En la primera parte en la que hablábamos sobre el color de las nebulosas, veíamos que el ojo humano no es muy sensible a los colores de las nebulosas cuando las observamos directamente a través de instrumentos ópticos como pueden ser los telescopios y prismáticos, pero que aun así, por medio de las fotografías podemos disfrutar de toda la belleza del color que ofrecen este tipo de objetos astronómicos.
Las nebulosas están formadas principalmente por hidrógeno y otros elementos químicos que componen el polvo interestelar. Atendiendo al proceso que origina la luz que emiten, podemos clasificar principalmente a las nebulosas en tres tipos diferentes: nebulosas oscuras o de absorción, nebulosas de reflexión y nebulosas de emisión.
Las nebulosas oscuras o de absorción están compuestas por gases o polvo interestelar que no suele tener estrellas cercanas en sus proximidades y por lo tanto la luz no interacciona con los átomos que la componen, o bien no son excitados por la energía emitida por estrellas muy calientes. Vemos este tipo de nebulosas normalmente recortadas sobre un fondo estelar o sobre otras nebulosas visibles que están más alejadas.

Las nebulosas de reflexión se producen cuando estrellas cercanas inundan de luz el interior de estas, dispersando parte de la luz de longitudes de ondas más cortas y produciendo un fenómeno similar al que produce la luz del Sol con la atmósfera terrestre. Esa parte de la luz de longitudes de ondas más cortas es azul, y es por tanto este el color que podemos apreciar en este tipo de nebulosas. Estas estrellas cercanas a la nebulosa, no son lo suficientemente calientes para emitir la energía necesaria en forma de radiación ultravioleta para excitar el gas de la nebulosa.

Pero, cuando el gas que compone una nebulosa es excitado por la energía transmitida por alguna estrella altamente energética que se encuentra en su vecindad, los átomos de hidrógeno son ionizados, perdiendo sus electrones y emitiendo un resplandor rojizo. A estas nubes de gas formadas por el hidrógeno atómico ionizado, se les denomina regiones HII y constituyen las denominadas nebulosas de emisión, las más comunes de las nebulosas que podemos observar en el cielo nocturno. No obstante, independientemente de la predominancia del hidrógeno, también otros elementos químicos que componen las nebulosas pueden ser ionizados. Con bastante frecuencia, en el caso de las nebulosas planetarias, es el oxígeno también el que se ioniza y el que confiere tonalidades de color verdoso a la nebulosa, un ejemplo de ello es la nebulosa planetaria M57, la Nebulosa Anular de la Lyra.

Podemos clasificar a las nebulosas de emisión en dos tipos distintos:
Aquellas que están asociadas a regiones de formación estelar, con estrellas jóvenes muy masivas y calientes, como es el caso de M42 la Nebulosa de Orión o de M8 la Nebulosa de la Laguna.
O bien, las que que se forman a partir de estrellas moribundas, como pueden ser las nebulosas planetarias o los remanentes de supernovas, ambas constituidas en una etapa de la vida de una estrella en la que las reacciones termonucleares de fusión, por agotamiento del combustible nuclear, son incapaces de impedir el colapso gravitatorio producido por el peso de las capas superiores de la estrella (1). En las nebulosas planetarias, el gas es excitado por el núcleo caliente de la estrella muerta, a la que se le denomina enana blanca, mientras que en los remanentes de supernovas, el gas se ve afectado tanto por la energía emitida en la propia supernova, como por la estrella de neutrones formada a partir de la explosión. Ejemplos de nebulosas planetarias son, la comentada con anterioridad M57, también conocida como Nebulosa Anular de la Lyra o del Anillo, así como M27 también conocida como la Nebulosa de Dumbbell. Por otro lado, ejemplos de remanentes de supernovas son M1 la Nebulosa del Cangrejo o también la Nebulosa del Velo.
(1) La formación de una nebulosa planetaria o bien de un remanente de supernova, va a venir determinado por la masa de la estrella. Estrellas menos masivas como nuestro Sol, acabarán formando una nebulosa planetaria, mientras que aquellas estrellas de gran masa, acabarán explotando como supernovas y constituyendo finalmente una bonita nebulosa, a las que se les suele denominar resto o remanente de supernova.
Bibliografía:
Cuestiones curiosas de astronomía resueltas por el Perito en Lunas. Autor: David Galadí – Enríquez. Alianza editorial 2014.